El cuerpo por sí sólo tiene los mecanismos para autocurarse. La filosofía oriental afirma que cuando la mente y el espíritu no están sincronizados afectan a todo el organismo y comienzan los síntomas de las enfermedades, por esta razón, el reiki busca la armonización completa y multidimensional en las distintas esferas del ser humano, transformándolo y desarrollándolo interiormente.
El reiki no es una religión y no se requiere ninguna condición especial para su práctica. Los estudiantes son “iniciados” o capacitados por un maestro quien los guía para ser canalizadores de energía y para que se conviertan en sus propios sanadores.
La terapia con reiki implica que el mecanismo que posee todo el cuerpo funcione al máximo de su capacidad. Esto se logra haciendo que esté en armonía y equilibrio, que son los dos parámetros esenciales para que el organismo comience a trabajar en su autocuración.
La mayoría de las patologías humanas responden positivamente a la sanación por reiki: alergias e intolerancias, asma, enfermedades psicosomáticas, diabetes, heridas, entre otras, se pueden aliviar y curar por su acción armonizadora sobre el sistema inmunológico.
Otros de los beneficios de la práctica del reiki son: equilibrar los centros energéticos y las funciones metabólicas del cuerpo, aliviar tensiones y dolores musculares, liberar emociones reprimidas restableciendo la armonía en situaciones traumáticas y conflictivas y la sanación total de ser humano.
No existen contraindicaciones ni efectos secundarios, pues el proceso se autorregula y se limita a la capacidad receptiva de absorción del paciente y una vez que el individuo se inicia en el reiki, se convierte en un canalizador de energía para toda su vida.
fuente: Daniel Heber.
